La performance tuvo lugar durante
los días 16, 17 y 18 de Abril, de 9:00 a 20:00 ininterrumpidos, en el espacio
“Seminario 2” en la Universidad de Bellas Artes en Aranjuez (CES Felipe II). Solo
podía observarse a través de una mirilla que tiene la única puerta de la
estancia, estando encerrado con llave desde dentro. En el centro un paquete de
1000 folios DinA-3, rotuladores negros, cinta adhesiva, tres taburetes, una
botella de agua, y una tablilla donde apoyarme para dibujar.
De pie sobre el montón de papel y
orientado hacia la puerta me dispuse a repetir el mismo retrato en cada uno de
los folios, colocándolos uno por uno en la pared, hasta terminar rodeado por
ellos.
Podría describirse como un ritual
obsesivo con fines catárticos, mediante un juego de reflejos en el que se
desdibujan las márgenes entre el artista, el modelo, lo representado, y el
espectador.
A
través de mi experiencia emocional personal voy hilando, con ambigüedades
intencionadas, una serie de elementos que se inscriben en un ámbito más teórico
artístico, como pueden ser los problemas que me supone producir como artista,
el espacio expositivo en sí mismo, mostrar mi trabajo, ser artista. Y extrapolarlo,
definitivamente, como crítica al sistema establecido del arte occidental.
La idea surge a partir de unos
dibujos que realicé de mi pareja (Juan) y yo durante una fuerte crisis
sentimental. Después de algún tiempo, observándolos detenidamente - pensando
con ellos-, llegué a la conclusión de que nunca lo dibujé a él. Había sido un
continuo autorretrato utilizando su imagen (siempre parecida a la mía por otro
lado). Pero, ¿acaso era posible retratarlo?, es más ¿es posible el retrato? -,
me pregunté.
“[…] el ritual es una representación dramática de lo sagrado. El
problema empieza cuando se trata de una sociedad descreída. Entonces el papel
del ritual es insignificante o pasa a otros ámbitos.”
Sagrario Aznar - Arte de Acción
“¿Qué puede
aparecer en la tela invisible de Matisse o en el caballete del pintor, oculto
también, una línea apenas que divide el espacio entre el artista y la modelo en
las inumerables obras de Picasso, tan aficionado a los autoretratos, si la
modelo, alter ego del artista, simboliza la imposibilidad de representar hasta
las extremas consecuencias el hueco profundo del sujeto dividido, mirarse en el
espejo, en el reflejo, en el otro y no llegar a serlo jamás? Porque el pintor
adquiere su status al mirar(se) en la modelo: mirar a la modelo, su reflejo le
confiere la esencia de pintor. Todo es cuestión de reflejos en estos lienzos
que se acercan al borde de forma peligrosa”
Estrella de
Diego - No soy yo. Autobiografía,
performance y los nuevos expectadores.
Se me ocurre que yo (artista) soy el
modelo, quien me confiere mi status de artista, y que al representarlo acabo
representándome a mí mismo. Juan es mi espejo, donde me miro. En la
representación él se desvanece, pero yo también.
Mientras tanto, el espectador
observa haciéndose partícipe de la acción, me oriento hacia él, parece que lo
intento retratar haciendo un esfuerzo por encontrarlo tras la mirilla por la
que yo no puedo ver nada. Está separado, no puede interactuar físicamente
conmigo, pero está, yo sé que está. Su mirada le da sentido a que yo esté allí.
Como si estuviera en el lienzo de Reynolds (El joven Reynolds deslumbrado por
el sol, 1747-49), o más bien en el de Matisse (El pintor en su estudio, 1916),
me represento a mí representando a un modelo que es mi reflejo/espejo. Sin
olvidar que estoy en un aula de la Facultad de Bellas Artes, me convierto en
reflejo/espejo del espectador (en su mayoría estudiantes o profesores de arte,
artistas), porque “quizá hablar de uno mismo es cada vez hablar de los demás”
(Estrella de Diego). Es un juego de reflejos.
Adolfo Carrasco Molina
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